LA HISTORIA (DOCUMENTADA) DEL PERRO DE PRESA CANARIO
CONSIDERACIONES
PRELIMINARES
Me parece del todo conveniente hacer constar que este trabajo, que trata del
origen, antiguo y reciente, del Perro de Presa Canario, a diferencia de otros
aparecidos en revistas especializadas españolas o extranjeras debidos
a otras plumas, se ha elaborado ateniéndose a las referencias históricas
relativas a los perros canarios desde los tiempos más remotos de los
que se tiene noticia hasta principios de los años setenta. Quiere ello
decir que en todo momento nos ceñimos a la documentación real
existente, que no nos inventamos nada, como se verá, y al conocimiento
del Presa Canario real en los últimos veinticinco años fase tras
fase y hasta el último detalle de sus avatares hasta este treinta de
diciembre de 1997. Y cuando las referencias históricas faltan, por inexistentes,
basándonos en hechos históricos, en movimientos e inmigraciones
poblacionales humanos y faunísticos ciertos, se exponen las hipótesis
más lógicas, más convincentes, y por ende que más
se ajustan, a nuestro entender, a aquel pasado del que tan poco se sabe y que
tanto nos interesa.
Por cuestiones de índole económica las más de las veces,
acerca del origen de las razas caninas en general se ha escrito tantas falsedades
que cuando uno se interesa por ellas es mejor no pararse en ese capítulo
(el que tiene que ver con su origen) y centrarse en el perro vivo, el del presente,
así nos evitaremos, en parte, ser víctimas de los propósitos
que movieron a los autores, y éstos son que en ningún momento
lleguemos a conocer el verdadero origen, cruces, etc., del Presa Canario que
hoy se promociona. Además de los intereses económicos, un falso,
por equivocado, sentimiento nacionalista, es el motor que impulsa a gran parte
de los autores a los que me refiero. Craso error.
PRIMERAS
NOTICIAS DE PERROS EN CANARIAS
Plinio y Estacio Seboso fueron los que la llamaron así (Canaria), haciendo
derivar su nombre de los grandes canes que en ella se encontraron al tiempo
de la famosa expedición de Juba, y de cuyos animales llevaron dos al
rey de Mauritania. Esta etimología, aceptada por todos los autores que
posteriormente comentaron aquel viaje, ha encontrado después serios impugnadores.
Indudable es que en Canaria no hubo perros de extraordinaria corpulencia, pues
los capellanes e historiógrafos de Bethencourt, al describir esta isla,
dicen expresamente: "Hay en ella cerdos, cabras y ovejas y perros salvajes
que parecen lobos, aunque son pequeños" (Historia General de las
Islas Canarias, de Agustín Millares Torres, t. I, libro IV, I.ª
edición, 1975, pág. 176). En el libro II, pág. 134, de
la misma obra leemos, "Mucho se ha discutido en averiguación de
la verdadera correspondencia entre los nombres que los enviados de Juba dieron
a las distintas islas y los que hoy llevan, disertación que, si bien
es curiosa, no entraña esa gran importancia histórica que después
ha querido dársele por algunos de nuestros cronistas. Indiscutible es
que las dos islas principales se hallan designadas por los nombres de Canaria
y Nivaria, circunstancia importante que aleja toda sospecha de falsedad y no
permite dudas respecto a la exactitud de la narración de Plinio. Puede
asegurarse, no obstante, que las noticias recogidas por Juba y transmitidas
hasta nosotros por Estacio Seboso y Plinio han llegado truncadas y sin la debida
correlación y enlace, ya sea por defecto de copistas infieles o por ignorancia
de sus comentaristas".
Y en la pág. 135, donde el autor habla de los historiadores y geógrafos
de marras, leemos, "Ya hemos visto que Juba, filósofo y naturalista
en la acepción universal que entonces se daba a esta palabra, fue el
primero que obtuvo las noticias más exactas sobre este Archipiélago,
siendo evidente que desde su famosa exploración tomaron estas islas el
nombre de Canarias, ya fuese por los canes "ingentis magnitudinis"
de que nos habla Plinio, ya por otras diferentes causas según creen otros
con mejor criterio".
"Teniendo en cuenta esta y otras juiciosas observaciones, han aparecido
algunas nuevas etimologías que vamos brevemente a exponer. Asegura Plinio
que, en las vertientes occidentales del Atlas, existían unos pueblos
llamados Canarios y, tal vez por esa causa, llamara Ptolomeo al Cabo Bojador
Caunaria Extrema. Pero, ¿procedían estos nombres del que primitivamente
se había dado a la isla Canaria o, por el contrario, era la isla que
prestaba su nombre a aquellos pueblos y al promontorio africano? Sea como fuere,
no debe olvidarse esta curiosa identidad, por la correlación que entre
sí guardan ambas designaciones. Suponen otros que el euforbio canariense,
férula de los latinos o caña amarga conocida de Juba -que escribió
un tratado sobre este vegetal, dándole aquel nombre como recuerdo a su
médico Euforbio-, fue el que prestó su denominación a la
Gran Canaria, haciéndola derivar de "canna". Tomás Nichols,
que escribía en 1525, da por verosímil esta hipótesis,
y añade a este propósito: "He oído decir a sus antiguos
habitantes que era así llamada (Canaria), por cierta caña de cuatro
faces que crece en abundancia en el país, de la cual se extrae una leche
que es un veneno muy peligroso". (libro IV, t. I., Pág. 176, del
mismo autor). Y en la pág. 177 dice,"La isla de Canaria era apellidada
por sus primitivos habitantes Tamarán o Tamerán, lo que parece
significa en su idioma "país de valientes".
LOS PERROS DE LOS ABORÍGENES CANARIOS
Juba II vivió desde mediados del siglo I antes de Cristo hasta el año
23 o 24 de nuestra era, y los primeros conquistadores arriban a Lanzarote en
el mes de julio de 1402. Quiere ello decir que desde la muerte de Juba II hasta
la arribada de Juan de Bethencourt y Gadifer de La Salle con su tropa (la mayoría
españoles) a las costas Canarias han transcurrido 1379 años. En
todo ese tiempo ¿qué ha ocurrido en el Archipiélago Canario,
qué cambios ha habido en su fauna doméstica, qué nuevas
aportaciones por parte de navegantes mallorquines, genoveses, vikingos, ...?
Los capellanes de Juan de Bethencourt nos dicen que los perros de Canaria eran
"unos perros salvajes parecidos a lobos, pero son pequeños".
Fray Alonso de Espinosa, en su libro Historia de Nuestra Señora de Candelaria,
pág. 114, refiriéndose a los perros que se comían los cadáveres
de los guanches después de la matanza de Acentejo (norte de Tenerife)
por parte de los conquistadores españoles, escribe: “Estos perros
eran unos zatos o gozques pequeños que llamaban cancha, que los naturales
criaban".
Bien, ¿pertenecían a un mismo grupo racial los perros de ambas
islas, tenían un mismo origen?, ¿y a qué isla llegaron
primero y cuándo? Porque dar por sentado que había perros en Canarias
desde los tiempos de Juba II es mucho aventurar. Lo que no admite discusión
es el tamaño de los mismos. Eran pequeños.
A los habitantes de Canaria y La Palma "se les aparecía el demonio
muchas veces de noche y de día como grandes perros lanudos, y otras figuras
a los cuales llamaban tibisenas e irnene", (Fray Juan de Abreu Galindo).
En esta ocasión se nos habla de un perro demoníaco, no real, en
La Palma, en donde parece que no hubo perros reales, es decir de carne y hueso,
antes de la conquista, lo mismo que en Lanzarote, Fuerteventura, La Gomera y
el Hierro.
"En Tenerife -dice Luis Diego Cuscoy, en su libro Los Guanches, pág.108-
aunque no conocemos la existencia del perro en relación con el mito,
es animal que está presente en el culto de los muertos. No hay ningún
cronista ni otra fuente antigua que se refiera al papel del perro en los ritos
funerarios guanches. La excavación arqueológica ha revelado la
presencia del perro junto al muerto, probablemente el amo. Representaría
el papel del animal guía del alma hacia la región de los muertos.
Es posible, casi seguro, que el animal sería sacrificado al mismo tiempo
de la muerte del amo. El hallazgo del perro junto al amo lo hemos verificado
en varias cuevas sepulcrales de Tenerife, pero ha sido en la necrópolis
del Llano de Maja donde junto al cadáver del pastor, con un conjunto
de ofrendas funerarias muy completo -con cuentas de collar, punzones, lascas
de obsidiana, cerámica, hachones de tea, etc.-, se halló un cráneo
de perro correspondiente a un tipo de talla pequeña, con restos de momificación
de pequeñas zonas con pelo corto de un color crema oscuro (...). Formó
parte de la alimentación indígena, pero en pequeña escala".
Hasta aquí todo cuanto se sabe de los perros canarios anteriores a la
conquista. Por consiguiente, todo cuanto se añada o se diga de más,
que no esté apoyado en nuevos hallazgos arqueológicos, es pura
especulación sin sentido, pura invención.
LOS
PERROS DE PRESA ANTIGUOS
Como el motivo de este trabajo es el Perro de Presa Canario, en él nos
centraremos y pasaremos por alto el resto de las razas caninas que se mencionan
reiteradamente en los Acuerdos y Ordenanzas de Fuerteventura y Tenerife -al
Perro de Ganado de Fuerteventura y el Podenco Canario les he dedicado ya sendos
estudios que fueron publicados en esta misma revista-.
El 3 de septiembre de 1515 "se acordó que porque las ordenanzas
de los perros son algo recias -, que ninguna persona tenga perros sino en su
casa o heredad y lo tenga atado todo el día y que los pastores de puercos
puedan tener en cada hato un perro con tal que no sea de presa..." (San
Cristobal de La Laguna, Tenerife). En otro acuerdo de 1516 se autoriza a "los
carniceros que tuvieren por oficio de tajar y pesar carne, que cada uno de ellos
tenga dos perros para el servicio de las carnicerías, teniéndolos
atados de noche y de día y solamente los desaten para prender las reses".
Se sobreentiende que estos dos perros eran de presa, pues de presa fueron siempre
los perros que se utilizaba para ese menester. Y sigue la Ordenanza: "Otrosí,
porque hay en esta isla dos perros que matan perros salvajes (entiéndase
cimarrones), porque queden perros para matar los salvajes, se permite que estos
dos perros queden, por ser amaestrados, como se ha visto por experiencia en
Adexe y Abona (sur de Tenerife), donde los tiene Pedro de Lugo, regidor, siempre
que no vengan a poblado". Estos dos perros probablemente fueran de presa
también, y con buenos pies para dar alcance a los perros asilvestrados
y poder para darles muerte.
El 5 de enero de 1526 en el Cabildo de Santa Cruz de Tenerife se acuerda que
“ Por excusar los grandes daños que los perros grandes de presa
hacen en los ganados mayores y menores de que siempre ha habido muchas querellas
y no puede haber mejor remedio matarlos todos, y para ello se elija una persona
que los mate todos y tomen gente la que fuere menester, excepto los señores
de ganado vacuno tengan perros , porque no pueden gobernar ni sojuzgar sus ganados
sin ellos, con tal que no sean dañinos y los tengan atados en sus casas
y en el pueblo y cuando hubieren menester para el dicho ganado los lleve persona
responsable para que no hagan daño, y esto no se entiende contra los
perros de Pedro de Lugo que están enseñados para matar los perros
salvajes y los de los carniceros, según está ordenado. Y asimismo
puedan con licencia del Cabildo algunos señores de gañanías
tener perros en sus casas, con tal que los tengan atados; que si daño
hicieren lo paguen. Que a todos los maten si no fueren gozques de un palmo”.
Y el 10 de diciembre de 1526, dentro de la casa del Adelantado “Se platicó
sobre las ordenanzas que dispone que no haya perros, que aquellas se guarden
y cumplan,. Porque es perjuicio y daño de los criadores que los vaqueros
tengan perros. Se manda que los vaqueros no tengan perro de presa ni en otra
manera, pero para se tomar y sojuzgar el ganado vacuno haya cuatro perros de
presa grandes, que estén en poder de cuatro de los señores, cada
uno el suyo, atados, a mucho recaudo; y cuando hubieren de sacar para tomar
algún ganado vacuno lo lleven a recaudo y en lo de los perros que tenía
Pedro de Lugo, regidor, ya difunto, en Abona, para los matar, que sucedieron
en el licenciado Valcárcel, queden según la ordenanza para matar
los perros salvajes y los perros de Juan Alonso y de Francisco de Berlanga,
guanches, que asimismo matan perros salvajes, con tal que los tengan a recaudo,
teniéndolos atados, y en todo lo demás quedan en vigor las ordenanzas.
Y que todos los que tengan perros y perras chicas y grandes los vengan a registrar
ante la justicia dentro de diez días de esta ciudad y sus comarcas y
de las otras partes de toda la isla, después que allá fuere pregonado
en diez días”.
En un Acuerdo de fecha 25 de agosto de 1617 (Villa de Betancuria –Fuerteventura)
leemos: “Acordaron que todo vecino que tuviere perro de presa suelto y
sin cadena, lo pueda matar cualquier persona sin ser castigado. En otro con
fecha 19 de febrero de 1618 (Villa de Betancuria –Fuerteventura), leemos:
“Mandaron que los que tuvieren perros de presa no los traigan sueltos,
sino los tengan a recaudo, de suerte que no dañen los ganados. Sus dueños
no los darán a esclavos, mozos de soldada ni muchachos para que los lleven
a apañadas” –dar caza al ganado caprino que andaba suelto
por el campo semiasilvestrado-. En otro Acuerdo de fecha 21 de octubre de 1624
leemos: "Los ganados cabríos y ovejunos sufren grandes daños
por los perros, por lo que acuerdan que todas las personas, en ocho días,
maten los que pasare de uno por vecino, para que sea custodia de su casa. Y
esto se entiende de los perros de caza y presa". El 16 de agosto de 1630
se acuerda (Betancuria) que "Para tener perro de presa deberá manifestarlo
a la Justicia". Y en enero de 1645 “se ve escrito del Personero General,
Sebastián de Betancor (Betancuria), pidiendo que maten los perros que
hay en la isla por el gran daño que hacen, a lo que acuerdan que el domingo
22 del presente se publique que todos los vecinos moradores, estantes y habitantes,
maten los perros que tuvieren, menos uno, que les quede para guarda de sus casas,
teniéndolo atado si es de presa o ganado,...”.
Adrián el Luchador (de lucha canaria), natural de Fuerteventura, me comentaba
en una de las varias visitas que he hecho a esa isla con el fin de estudiar
al perro de ganado autóctono -reconocido en el 96 por la Real Sociedad
Central Canina de España como Perro Majorero- que con la ayuda de varios
amigos utilizó, con verdadero éxito, a un poderoso Perro de Ganado
de su propiedad para dar caza en campo abierto, en el que predominaba la lava
volcánica, a varios perros asilvestrados que se alimentaban básicamente
del ganado caprino y ovejuno guanil (que se cría suelto en el campo)
de la zona de Pozo Negro. Según Adrián, aquel perro era de pura
raza, y su comportamiento era el típico de sus ancestros, pero que ya
no quedaban ejemplares de semejantes características, o en todo caso
muy pocos, y que él no sabía dónde podían hallarse.
Tras varios años de estudio y de darle vueltas al asunto he llegado a
la conclusión de que los perros de presa y los de ganado en esa isla,
como en las demás, coexistieron varios siglos -desde primeros del XV
hasta finales del XIX- y se cruzaron entre sí, luego, no sabemos exactamente
la fecha aproximada siquiera -pienso que a finales del siglo XIX principios
del XX-, el perro de presa desaparece, quedando como reliquia (en decadencia
sin duda, por el descuido de los ganaderos básicamente -el mestizaje
hicieron el resto-) el Perro de Ganado en Fuerteventura. En el resto de las
islas, los perros de ganado, lo mismo que los perros de presa, desaparecen definitivamente-.
Quiere esto decir que si bien el perro de presa antiguo, de origen ibérico,
desapareció como raza tal, se perpetúa por cruzamiento en los
perros de ganado majoreros más puros hasta nuestros días. Es verdad
que son muy pocos los perros de ganado con un índice de pureza racial
importante, pero los hay. En estos momentos estamos intentando recuperar la
raza con parte de ese material genético.
ORIGEN
Algo se ha especulado acerca del origen de los perros de presa que se mencionan
en los Acuerdos que hemos transcrito. Hubo quien llegó a afirmar, oralmente
y por escrito, que descendían de los perros de los aborígenes
que los conquistadores hallaron en las islas a su llegada. A nadie se le ocurrió
relacionar los perros canarios (de presa, de ganado, perdigueros, podencos,
etc.) con los perros españoles que fueron traídos a Canarias ya
en las primeras fechas de la conquista. La animadversión de los "nacionalistas",
que en su momento tocaron el tema (años setenta), hacia los conquistadores
y colonizadores españoles les induce no solamente a ignorar sino a intentar
silenciar incluso dicha realidad.
Lo cierto es que inmediatamente después de iniciada la conquista, que
corre a cargo de la corona de Castilla, se introduce en Canarias toda una diversidad
de animales domésticos, y salvajes, hasta esas fechas desconocidas en
el archipiélago. Los canes españoles son parte importantísima
de esa fauna, con toda su diversidad racial, que cumplirán, en manos
de sus propietarios, que día a día se van estableciendo en las
islas que van conquistando, las mismas funciones que cumplían en el continente.
Los perros de presa eran utilizados por los carniceros, como se vio, para el
agarre de las reses vacunas en el momento de su sacrificio, y para la guarda
de casas y haciendas. Nada sabemos de si se les empleó para dar caza
al ganado cimarrón de los aborígenes (cabras, ovejas y cerdos,
desde hace mucho tiempo extinguidos).
Nada se sabe del fenotipo de aquellos perros de presa, ni de qué manera
evolucionaron en Canarias a través del tiempo por el mestizaje o por
otras razones, la adaptación al medio, el clima, etc. Nada se sabe con
precisión de su tamaño, nada de sus capas. Esa es la verdad.
En estas dos ultimas décadas se ha hablado, y escrito, de la influencia
que ejercieron los perros de presa ingleses en los perros de presa canarios.
Yo fui el primero en exponer esa tesis (año 1982). Luego, con más
conocimiento de la historia de Canarias, defendí el origen español
de las distintas razas caninas introducidas en las Islas Canarias desde los
primeros momentos y en la medida que éstas eran conquistadas y colonizadas.
Y así se mantuvieron hasta finales del XIX, sin más influencias
genéticas que las derivadas de las importaciones periódicas de
la España peninsular.
En su Historia Natural de las Islas Canarias (pág. 348) José de
Viera y Clavijo (1731-1813) escribe: "En 1764 la rabia entra en las Islas
traída por unos perros de España y se comunicó a algunos
de Tenerife, después no se ha vuelto a repetir". En párrafo
aparte el mismo autor escribe: " Los perros más comunes de nuestras
Canarias son mastines, perros de pastor, podencos, perdigueros, pachones, dogos,
perros de aguas, sabuesos, etc.". O sea, como digo en mi trabajo El Perro
de Ganado Majorero, publicado en esta misma revista, perros típicamente
españoles.
Desde principios del XV hasta mediados del XIX -vamos a limitarnos a ese largo
periodo- por motivos religiosos y de política expansionista, las relaciones
entre España e Inglaterra fueron de enemistad continua. Por esas razones,
Canarias fue víctima constante de los actos piráticos de esa nación.
Si bien las relaciones comerciales con ese país fueron muy importantes
-a partir de mediados del XIX sobretodo- el contingente humano inglés
residente en las Canarias fue insignificante.
Ya desde el XVI la sociedad canaria estaba perfectamente consolidada, y era
básicamente ibérica y exclusivamente de habla castellana. Los
perros, el ganado vacuno, lanar, caprino, porcino, parte de la cabaña
caballar, etc. eran de origen español.
Cuando en 1982 me referí a los perros ingleses no afirmaba nada, y como
ya se dijo, yo ignoraba partes importantes de la Historia de Canarias, y nada
sabía de las Ordenanzas y de los Acuerdos de los Cabildos de Tenerife
y Fuerteventura. Luego otros han seguido año tras año dando por
bueno dicho hipotético origen expuesto por mí, ignorando deliberadamente
mis trabajos posteriores a esa fecha mejor documentados.
Tras lo argumentado respecto a los perros canarios, me parece pertinente decir
que la antigüedad del Bulldog Inglés, el Bullmastiff, el Bullterrier,
como tales razas no se remonta más allá de finales del siglo XIX,
quiere ello decir (dicho origen es desobras conocido) que a partir de entonces
fueron creadas mediante cruces, con perros de toro llevados de España
en buena medida; y los setters, los cockers, los pointers, etc., considerados
típicamente ingleses, no tienen otro origen. Alguien podrá argumentar
en contra que en tiempos de Cesar a Roma llevaron, para echarlos a pelear con
los molosos del Epiro, a los sin par Pugnaces Britanii, de las islas británicas,
claro está. Y uno dice que sí, que muy bien, ¿pero tienen
algo que ver, guardan alguna relación, los mastines, los bulldogs, los
bullterriers, los bullmastiff ingleses de nuestros días, con aquellos
perros ingleses de hace más de dos mil años? Esa es la cuestión
que hay que plantearse. Dado el conocimiento que sobre el origen de esas razas
hoy se tiene, me inclino a pensar que ningún parentesco los une con aquellos
perros de la época romana.
Así,pues, y como veníamos diciendo, no me parece válida
la tesis que da por cierta la influencia de los perros de presa ingleses en
los perros de presa canarios antiguos. Está dentro de lo posible -pero
no contamos con datos, referencias, relativas a perros ingleses que puedan inducirnos
a dar por cierto semejante planteamiento- que algún que otro perro británico
(atentos que no digo inglés) acompañara a sus amos cuando venían
a residir en canarias, está dentro de lo posible. Es más, es probable
incluso que trajeran algún perro de tipo Stafford, que parece ser el
can inglés de presa más antiguo, pero de cuya antigüedad
tampoco sabemos nada, o apenas nada. En tal caso, de haberse dado esa circunstancia,
¿en qué medida pudieron influir esos perros en los canarios de
presa, de ganado, podencos, de aguas, pachones, perdigueros, etc., etc.?
Más bien se me ocurre pensar en algo que hasta la fecha no se ha planteado,
y es que de Canarias los ingleses pudieron llevar perros de presa a Gran Bretaña,
lo mismo que los importaron de la España peninsular, (voy a dejar de
lado el resto de las razas caninas canarias por no ser el objeto de este estudio)
a saber en cuántas ocasiones, perros de presa que pasaron a engrosar
el patrimonio canino de esa nación, influyendo a saber en qué
medida en sus perros tipo presa.
EL
PERRO DE PRESA CANARIO EN EL XX
Como vimos, Viera y Clavijo nos dice que “los perros más comunes
en nuestras Canarias son mastines, perros de pastor, podencos, perdigueros,
pachones, dogos, perros de aguas, sabuesos, etc.”.
¿Cuántas de estas razas caninas existían a principios del
XX en Canarias? Hoy, finalizado el XX nada sabemos al respecto. Los perros de
aguas, los pachones, los mastines, los sabuesos, y los perdigueros se extinguieron,
e ignoramos cuándo exactamente. Podencos en cambio hay muchos en las
islas en nuestros días, y no cabe duda que en parte, sólo en parte
-debido al mestizaje con podencos ibicencos, básicamente, que reiteradamente
a lo largo del tiempo se han importado para refrescar las castas de podencos
llamémosles autóctonos- descienden de aquellos podencos del XVIII,
a los que se refiere Viera y Clavijo. Respecto a los perros de pastor, es lógico
deducir que de ellos desciende el Perro de Ganado Majorero (Fuerteventura),
el llamado perro de ganado en las Ordenanzas de Tenerife, y en los Acuerdos
del Cabildo de Tenerife, como en el resto de las islas, se extinguieron a saber
cuándo. Y respecto a los dogos, que menciona Viera, podría tratarse
de perros de presa, que en dichos Acuerdos y Ordenanzas se mencionan reiteradamente,
que a principios del XX desaparecieron los pocos ejemplares que quedaban, sino
antes. ¿En su totalidad?, se podrá preguntar, no sin cierta angustia,
el aficionado al que le preocupa que la fauna autóctona, doméstica
o salvaje, desaparezca del archipiélago canario a la vista de todo el
mundo, como de hecho está ocurriendo, sin que apenas nadie haga, o haya
hecho, nada, o apenas nada, por evitarlo. Pues sí, yo pienso que sí,
y no sin base, como se irá viendo.
A principios de la década de los 70 (del pasado siglo) con absoluto desconocimiento
del concepto de raza moderno, se hablaba, en Canarias, de perros de presa, de
perros de la tierra (Gran Canaria), de perros de ganado (Fuerteventura), de
perros bastos (norte de Tenerife), de bordones (derivación de bulldog,
de bardinos (berdinos por degeneración de bardino, en el norte de Tenerife),
de verdugos (en Fuerteventura), y la palabra lagarteado se utilizaba para referirse
a un can cualquiera de capa bardina, y esporádicamente saltaba a la palestra
la palabra mastín, que algunos relacionaban (década de los 80
y primeros de los 90 en el norte de Tenerife) con los perros de presa. Lo cierto
es que, cuando uno preguntaba acerca de esos canes y las diferencias raciales
que pudieran existir entre unos y otros el aficionado respondía de manera
poco convincente, debido al poco conocimiento que sobre la materia tenía.
Presas eran, o podían ser, aquellos ejemplares que un tiempo atrás
se utilizaron para las pechadas (peleas); el perro de la tierra era parecido
al Perro de Ganado Majorero, y como a éste, se le utilizaba para el manejo
del ganado y para la guarda (Gran Canaria). El perro basto (norte de Tenerife)
era todo perro de cierto volumen (del tipo que fuera y en contraposición
al perro fino, de caza, o podenco) apto para la guarda. Bordón era todo
aquel can mestizo de presa en el que predominaba la sangre de Bulldog Inglés.
Y según la isla y el conocimiento de los canes en general de los humanos
que a ellos se referían, bajo la denominación de bardino podían
entrar todos aquellos ejemplares de capa bardina procedentes de Fuerteventura
(perros de ganado o mestizos de éstos con cualquier otro can), o de presa,
no importaba el cruce del que descendiera (en el norte de Tenerife berdino).
Y verdugo (Fuerteventura) era cualquier perro de capa bardina o semejante. En
Extremadura, entre ganaderos, este término perdura, y en algunos países
de la América hispanohablante, lo cual quiere decir que es palabra de
raíz antigua en España.
A finales de la década de los 80 (siglo XX), dado el pobre resultado
de mis investigaciones hasta ese momento respecto de los perros canarios de
presa y de ganado, se me ocurrió la idea de elaborar un cuestionario
de diecisiete preguntas que iba a formular a tres viejos peleadores de perros
de Gran Canaria. Éstos eran, Francisco Saavedra Bolaños, Salvador
Hernández Rodríguez, y Demetrio Trujillo Rodríguez.
La primera pregunta era:
“¿Recuerda la primera pelea de perros que ha presenciado en su
vida?”
Responde Francisco Saavedra Bolaños: -"Sí, el Muchacho, de
capa bardina, con el perro negro llamado Negro. Tenía yo catorce años.
El negro era un perro de ley".
Segunda pregunta: ¿En qué año fue?
-"En mil novecientos veintiocho"
Tercera pregunta: ¿Cómo eran aquellos perros?
-"No eran los perros de presa canarios antiguos".
Décima pregunta: ¿Recuerda usted el último perro de presa
canario típico? Descríbamelo, por favor.
-"El presa de la tierra era grande, con muchas bembas (belfos), con mucha
cabeza y mucho pecho. Tenía tantas bembas que decían que se las
cortaban para poderlos pelear. Tenía yo cuatro años, o cinco,
cuando vi dos. Decían que eran los de la tierra de verdad. Eran macho
y hembra, y eran hermanos. Los tenían Marcos Mendoza y Antonio Enríquez".
Salvador
Hernández Rodríguez a la primera pregunta responde:
-"Sí, en el Casino de Armas. Pelearon el Asesino y el Tigre, dos
cruzados de Bulldog (inglés). Los dueños eran Ramón el
de Bañaderos y Juan Barriguilla, y el árbitro Juan Martín".
A la segunda pregunta responde:
-"Yo tendría veintisiete años, Ahora tengo sesenta y siete.
Así pues fue en mil novecientos cuarenta y nueve".
A la tercera pregunta responde:
-"El Tigre era muy ancho, y con una cabeza enorme. El Asesino pesaba cuarenta
y cinco kilos, y era el mejor perro que he visto en mi vida".
A la décima pregunta responde:
-"Sí, el Molone, hijo de una perra del Conde de la Vega Grande.
Era bardino oscuro. Pesaría cuarenta y cinco kilos. Con ese perro gané
tres copas en las exposiciones organizadas por el Cabildo. Había exposiciones
de cabras, de perros y de vacas. Ese perro tenía mucha cabeza y mucho
pecho".
Demetrio
Trujillo Rodríguez a la primera pregunta responde:
-"Tenía yo ocho años".
A la segunda pregunta responde:
-"En mil novecientos treinta y seis".
A la tercera pregunta responde:
-"Eran unos perros bajos, anchos y cabezudos".
A la décima pregunta responde:
-"No recuerdo el perro de presa canario. En aquellos años ya todos
eran cruzados".
Por la
tradición oral sabemos que efectivamente los presas canarios eran más
bien bajos, anchos y de cabeza voluminosa. Francisco Saavedra dice con muchos
belfos. Un dato muy importante es el peso, 45 kilogramos. Quiere esto decir
que era grande pero no en exceso, grande para la época diría yo.
¿Pero eran ciertamente esos presas descendientes de los presas de siglos
pasados? Como no podemos responder por falta de datos, en el aire dejamos la
pregunta, que lo más seguro es que nunca pueda ser respondida.
A la octava pregunta ( "¿Qué cruces con razas foráneas
se realizaban en aquellos años?"), los tres entrevistados respondieron
lo mismo: "Con Bulldog, con Bullterrier, y con Gran Danés".
Bien, estas tres razas (dos inglesas y una alemana), ¿desde cuándo
se cruzaban para obtener perros para la pelea? Y otra pregunta realmente importante.
¿Cuándo empiezan las peleas de perros en Canarias?
Es muy probable que los dogos alemanes llegaran a Canarias una vez finalizada
la segunda Guerra Mundial, no antes, de la mano de huidos alemanes nazis que
arribaron a las islas en busca de refugio.
No hay referencias históricas, tradición oral, algo que nos induzca
a pensar que en siglos pasados se pelearan perros en Canarias, por consiguiente
cabe pensar que esta práctica, que gozó de cierta popularidad
entre las clases más humildes de los años veinte hasta su prohibición
(años cuarenta), en Gran Canaria y Tenerife, fuera importada de Inglaterra.
No afirmamos nada puesto que nada sabemos al respecto. Por otro lado es un hecho
cierto que en Canarias nunca hubo peleas de perros organizadas, y fueron mucho
menos frecuentes de lo que pueda parecer.
"No había peleadores de perros en aquellos años -nos dijo
Francisco Saavedra cuando lo entrevistamos-. “Había gente que tenía
un perro y que lo peleaba con otro que tenía otro señor".
Y "No se apostaba dinero. Íbamos a ver cuál era el mejor.
Eso era todo". Y ante la pregunta, ¿De qué vivían
los peleadores?, respondió,"De las labores del campo”. "Del
Campo -respondió Salvador Hernández-. Éramos gente de poca
economía, gente pobre. La gente importante casi nunca se ocupaba de estas
cosas. Sus aficiones eran otras". Y Demetrio Trujillo: "Éramos
trabajadores del campo".
En aquellos años también se celebraban peleas de carneros. Como
éstas, las peleas de perros pudieron surgir naturalmente entre la población
campesina autóctona, no necesariamente tuvieron que ser importadas. Las
peleas de perros canarias en nada se asemejaban a las inglesas.
LOS
CRUCES
Una vez desaparecidos los presas canarios autóctonos, de origen español,
y dado el auge de la afición a las peleas de perros, los peleadores echan
mano del Bulldog Inglés, del Bullterrier y del Dogo Alemán, del
Perro de Ganado Majorero, del Mastín Español, y los cruzan con
el fin de obtener productos adecuados para la pelea. En realidad el Perro de
Ganado Majorero de la época era la base de muchos de aquellos cruces,
por su rusticidad, aguante y bravura. De ahí que muchos ejemplares tuvieran
la capa bardina oscura. Está claro que en aquellos años no todos
los perros de ganado majoreros eran bardinos, los había negros, arena,
manchados en blanco, etc. También se cruzaba con los perros de la tierra
(Gran Canaria), que "era parecido a un perro majorero, pero quizá
más grande", nos dijo Salvador Francisco Saavedra Bolaños,
en la entrevista que con él mantuvimos.
De las distintas capas de los presas canarios antiguos poco sabemos. Parece
ser que la capa bardina era la más común. De la capa de los presas
producto de cruces de los años veinte se sabe algo, y de los treinta
en adelante bastante más. Por aquellos años, los perros de ganado
majoreros y los perros de la tierra transmiten en un porcentaje muy alto la
capa bardina, luego la capa negra y la arena, con manchas blancas en algunos
casos. La capa blanca pudo ser transmitida por los bullterriers y los bulldogs,
la leonada por los dogos alemanes, y también la negra. En aquellos años,
y hasta los sesenta, la mayoría de los perros bardinos, negros, arena
y leonados eran calzados, acollarados, corbatos, berrendos, y los blancos con
manchas eran frecuentes.
A principios de los años setenta, presas producto de estos cruces ya
casi no quedaban, ni en Tenerife ni en Gran Canaria. En las islas restantes
desaparecieron en su totalidad. Como los perros de presa, la afición
a ellos es también cosa del pasado. Algunos ancianos, viejos peleadores,
recuerdan, en voz alta, con añoranza, para quien quiera oírlos,
las gestas de sus perros de presa -En mi libro "El Perro de Presa Canario,
su verdadero origen", se menciona a los más importantes del momento,
y a algunos de los presas que más dieron que hablar-.
LOS
PRESAS CANARIOS MODERNOS
A partir de los años 70 renace la afición a los perros de presa
en Canarias, y como consecuencia, a las pechadas, en las que participan, también,
con sus perros (que nada tienen que ver con los del pasado, como ya se dijo)
algunos de los viejos peleadores.
Para obtener perros de presa, el aficionado cruza distintas razas foráneas,
como son el Bulldog Inglés, el Bull Terrier, el Mastín Inglés,
el Mastín Napolitano, el Staffordshire Bull Terrier, el American Pit
Bull Terrier, el Dobermann, el Bullmastiff, el Dogo Alemán, el Dogo de
Burdeaux, el Fila Brasileiro, el Mastín Español, el American Bulldog,
el Rodesian Ridgebacks, etc. En Gran Canaria (no así en Tenerife) se
utilizó bastante el Perro de Ganado Majorero.
Las razas más utilizadas en Gran Canaria fueron, al principio y por orden
de importancia, el Mastín Napolitano, el Dogo Alemán , el Mastín
Inglés, y el Perro de Ganado Majorero. A partir de la década de
los 80, el American Staffordshire Terrier y el American Pit Bull Terrier.
En Tenerife el Bulldog, el Bullmastiff, el Dogo Alemán, y algo el Dogo
de Burdeaux y el Staffordshire Bull Terrier. Ya en la década de los 90
se ha utilizado algo el American Staffordshire Terrier.
El Rodesian Ridgebacks y el Fila Brasileiro se han utilizado poco y sólo
en Gran Canaria, que sepamos.
Consecuencia de estos cruces es la diversidad morfofenotípica en el Presa
Canario de nuestros días. Nada fácil por consiguiente nos resulta
su cría y selección cuando pensamos en un prototipo, el que se
describe en el estándar. Para lograr el fenotipo aproximado (no decimos
el ideal, siempre imposible de alcanzar en cualquier raza) que nos hemos fijado
como meta es preciso que haya una constante genética en buena parte de
la población de presas existentes con los que poder trabajar, circunstancia
imposible de que se dé por las razones expuestas. De ahí que el
espectador que acude a presenciar una Monográfica, o Especial, de la
Raza, por poco entendido que sea en cuestiones caninas, se percata de la falta
de homogeneidad entre los ejemplares allí presentes.
La solución a este serio problema (que se ha dado en la primera fase
de muchas de las razas que conocemos perfectamente fijadas desde el punto de
vista genético hoy), se irá resolviendo en nuestra raza poco a
poco, con el tiempo, siempre y cuando se utilicen los ejemplares más
cercanos al tipo estándar, robustos, sanos, en el más amplio sentido
de la palabra, funcionales, etc. etc. Utilizar en la recría presas faltos
de carácter, de equilibrio psíquico, pobres de estructura, prognatas,
con ausencia de algún premolar, displásicos, fuera de estándar,
es un gravísimo error, que se comete con excesiva frecuencia.
Manuel
Curtò Gracia